martes, 27 de febrero de 2007

Gatitos

Soy feliz porque aunque sea por un breve periodo de tiempo, por fin tengo una rutina. Estoy hecha polvo y las cervicales tan doloridas que me dan ganas de ponerlas al baño maría a ver si se aclaran, pero la verdad es que estoy muy feliz. Esta tarde me ha tocado ir a trabajar a la facultad de veterinaria. Hacía mucho tiempo que habia retirado de mi cabeza que una vez ése fue mi sueño: ser veterinaria ¿Cuánto tiempo hace que mi mente envió ese pensamiento a la cámara acorazada de los pensamientos? ¿Cuánto tiempo hace de aquel día que rompí a llorar en una consulta de alergología?
Creo que han pasado ya diez años. Diez años que me han demostrado que las personas somos polivalentes y no tenemos por qué ansiar un sueño único. Diez años que me han hecho madurar y soñar otros mundos que jamás me había planteado. Diez años de autoconocimiento personal y errores.
Ahora ya no me duele una profesión frustrada, me duelen todos esos animalitos de los que decidí alejarme para que doliera menos.

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lunes, 26 de febrero de 2007

Autoconvencimiento

Como he pasado dos semanas reinventándome a mí misma, la verdad es que me daba un poco de yuyazo abrir otra vez esta página en blanco. Ahora que tengo un trabajo más temporal que la moda del tupé y la laca, me he dado cuenta de que yo no quiero pensar. No quiero pensar. No quiero pensar. Ultimamente practico mucho estos medios de autoconvencimiento y normalmente funcionan.
Después de haber pasado bastantes días olisqueando como un perro una muestra de Eternity for men, ayer me dije a mí misma: ya está bien, Diana; ya está bien. Y así soy. Un día decido que quiero volver a ser una persona autoconvencida de mis principios y sonriente y lo soy ¿qué por qué? Porque me sale de los cojones y a cabezota no me gana nadie.
Feliz semana.

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domingo, 11 de febrero de 2007

Nostalgia


Hoy quiero estar triste. Quiero estar triste porque lo necesito; quiero estar triste porque me apetece disfrutar de mi tristeza. Quiero estar triste porque me gusta sentir, porque he de cruzar por unas horas esa barrera que me contiene en un optimismo rociado de sarcasmo e ironía. Quiero estar triste porque es domingo, porque llueve y veo el agua resbalar en la ventana, porque mi reflejo se desdibuja y me mira con una intensidad inquietante.Quiero estar triste porque echo de menos a mi yayi, porque echo de menos a mi gata, porque echo de menos, a secas. Porque echo de menos aquellos veranos de sal y peché; porque echo de menos aquellos inviernos de incertidumbre e ilusión; porque me echo de menos a mí misma.


Hoy quiero llorar porque el tiempo pasa. Time goes by y yo siempre he sido una vividora. El tiempo pasa y me mira de reojo el muy cabrón; me mira y me hace un guiño de advertencia. Ayer C me dio la invitación de su boda. Hace diez años mirábamos la lluvia resbalar por los cristales del aula mientras la profesora de literatura leía un poema de Lope de Vega. Un poema de amor renacentista, bello e idealista. Hace apenas diez años éramos sólo un matojo de sueños. C los materializa, yo sigo huyendo de los míos.


Los estigmas de Madrid cada vez se hacen más insoportables para mi corazón evocador. Anoche mientras volvía a caminar sola por la calle del Buen Suceso dolía. Dolía tanto que no podía soportarlo. Me dolía aquella conversación que tuve con MJ sobre mi futuro hace ya cuatro años en Muralto. Me dolían aquellas cartas que escribía a H y corría a enviar a correos llena de esperanza. Dolían mis compañeras de clase y aquellos momentos de liberación cuando caía la noche y nos tomábamos una caña. Me dolía sobre todo JM y aquellas tardes de atardeceres en Debod y Dan'up de fresa y platano. Dolía toda la gente que ya no está, toda la gente que ya no está. Mirando a mis amigas mientras cenábamos entendí que todo ha cambiado. Mirando una botella de vino de repente comprendí muchas cosas. Comprendí que hemos crecido. Que hemos crecido y yo sigo en mi papel de niñata.


Gracias Diana, por ser así de capulla.


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sábado, 10 de febrero de 2007

Sueño y realidad

Anoché tuve un sueño muy liberador. Aunque no recuerdo con exactitud el hilo argumental del mismo vienen a mi cabeza imágenes dispersas que se mezclan como un puzzle sin acabar. Recuerdo que caminaba en pijama entre la gente y me daba absolutamente igual, de hecho me sentía muy muy bien. Es algo que siempre he querido hacer en la gran urbe, pero que aún no he llevado a cabo, aunque después de pasearme en pijama por el pueblo de una amiga y por mi urbanización polaca, creo que estoy a un tris de conseguirlo. Después me quedaba dormida ¡en mi propio sueño! Ha sido una sensación genial estar dormida y viendo como estás durmiendo mientras tanto. La última sensación y creo que la mejor ha sido la que he sentido nadando. Nadaba en bragas en la piscina azul de algún parador no especificado.Había gente por ahí, pero a mí me daba igual, estaba sola con mi frío,mi agua helada y quince kilos menos. Lo más curioso de todo es que a pesar de haber sido despertada no me he cabreado -todo un reto en mí a la hora de levantarme-. Sólo me invadía una extraña sensación de paz que aún perdura a pesar del paso de las horas.
Estos días siento que todo está un poco raro en mi vida. Desde que hablé con H el otro día me siento fuera de lugar. Fuera de lugar. Fuera de lugar. A veces me sorprendo a mí misma pensando dónde estaba hace un año, hace dos, hace tres, hace cuatro... y aunque prefiero pensar que he evolucionado minimamente no es algo que vea muy reflejado en mi estilo de vida. Me preocupa, eso me preocupa.
Ayer estuve con D un rato. Caminamos por el barrio y me gustó sentir el aire frío chocando contra mi cara.Hablamos mucho -creo que sobre todo yo...otra vez- y terminamos bebiendo unas cañas y comiendo pipas en un bar regentado por un exheroinomano de los '80. Todo un clásico. Le acompañé a casa para dejar claro que cada vez me estoy volviendo más hombre. Me dio un beso y un abrazo antes de subir. De repente sentí que me hago mayor.
Hoy ya veré que me depara el día, de momento un vaso de horchata cae seguro.
Besos findesemaneros.

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jueves, 8 de febrero de 2007

Escritura semiautomática

Ayer, 7 de Febrero, cerré una puerta y abrí una ventana. La puerta en realidad hacía muchísimo tiempo que estaba entornada y ,aunque hace mucho tuviera la sensación de que algún día volvería a abrirse, desde que me fui a Polonia era consciente de que tenía que darle el taconazo final. Ayer se lo di, por fin se lo di, aunque tal vez me pareciese menos contundente porque llevaba puestas las zapatillas de andar por casa, pero no por ello menos efectivo.
Estoy escuchando a Vivaldi. Vivaldi transmite; no sé qué, pero transmite. Hace un año también escuchaba a Vivaldi, tengo que pensar que es lo que me conduce a escuchar a Vivaldi en febrero y sólo en febrero. También he recaido en cuanto a mi adicción a la coca-cola. Me hace mucha gracia constatar que sólo la supero en los breves periodos que paso fuera de España...más que superarla la cambio de lugar, porque es entonces cuando me hago adicta a la cerveza.¿Cerveza o coca-cola? Gran dilema, creo que esto me convierte en una persona de excesos. Escribo desordenadamente porque intento no luchar por dar coherencia a mis ideas, intento dejarme llevar por Vivaldi, dejarme llevar por la coca-cola y también por el propio capricho de mis dedos. Ultimamente mi pasado vuelve mucho a mi vida. Aunque sigo luchando por mantener muy vivo el optimismo que pinta mi vida, la nostalgia intenta deslucirlo todo, pero yo soy más fuerte, sí, soy más fuerte. En esos momentos me acuerdo mucho de las conversaciones que tenía con J en aquellos tediosos momentos de oficina. Me acuerdo mucho de que hay un mundo esperandome y me acuerdo mucho de que una vez, a base de proponérmelo, conseguí creer en mí. El otro día estuve viendo unos videos de mi bienamada Irlanda. Es curioso como se descolocan los pensamientos y las sensaciones según vamos creciendo. No tengo claro que ahora mismo pudiera volver a vivir allí, aún recuerdo la ansiedad que me provocaba vivir en una isla. No deja de ser curioso que nuestro cerebro esté lleno de estereotipos y conceptos absurdos que le hemos metido o le han metido por los siglos de los siglos ¿qué diferencia tengo en la península? si no salgo de aquí, coño.Mi hermana me interrumpe ahora. Me gusta tener hermanas. Regalo de la vida, incluso cuando son pesadas y quiero asesinarlas, supongo que en eso consiste. Sí, en eso consiste, aguantarme a mí por las mañanas tiene mucho mérito, así que no me voy a poner a arrimar el ascua a mi sardina.No sé que mierdas estoy escribiendo, perdido el rumbo del escrito he. Me recuerda a una carta que recibí una vez. Venía acompañada de un texto de Lolita y de otro texto de Oscar Wilde, me gusta Wilde, no sé por qué apenas leo nada suyo. Tampoco sé por qué apenas leo nada ahora. La verdad es que hay veces en la vida que merecemos llamarnos gilipollas a nosotros mismos, así podremos asumir con normalidad que los demás lo hagan posteriormente...y si lo hicieran, tendrían razón.
Un beso, de vaca.

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Gran lema

Querer es poder.

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lunes, 5 de febrero de 2007

¡Calla!

El fin de semana siempre me deja un mal sabor de boca, incluso cuando me lo paso bien ¿o debería decir que precisamente me invade un sentimiento negativo cuanto más me divierto? Supongo que todo es la consecuencia de lo mismo: el paro y la incertidumbre, la desorientación y esa sensación de inferioridad que te carcome. Me empiezan a entrar de nuevo las ganas de huir: huir de las preguntas eternas y de las conversaciones sobre lo mismo que nunca cesan. Huir de las miradas acusadoras e incluso prepotentes de las que me he convertido en blanco seguro, huir de mi yo pensante, de los que dicen ser mis amigos incluso cuando ambos sabemos que esa falsa amistad no es más que una vil falacia; huir en defininitiva.
El sábado hice un esfuerzo, aunque estaba hecha pedazos, acercándome a ver a S a FITUR. Odio las ferias. En realidad odio cualquier lugar en el que se hacinen más de 20 personas con un objetivo tan incierto como estúpido. Como no vi nada y me limité a tomarme una caña con S&company no fue trágico. Me alegré mucho de volver a verlas, a todas, echo mucho de menos aquellos primeros tiempos universitarios de ingenuidad y sueños. La noche me recordó que me encanta la tempura de verduras y que la mente es tan potente como rídicula.
Cuando llegué a casa me sentía gilipollas. Es una sensación que me acompaña desde hace años siempre que cae la noche y hago balance del día. Bueno, siempre no, pero sí en un alto porcentaje de ocasiones, así que no me pilló por sorpresa. Cállate tía, cállate ya, eres estúpida. Cuando comenzó el año me propuse a mí misma escribir más para también callar más. LLevamos un mes y no lo he cumplido. ¿Se puede luchar contra la propia personalidad en favor de una sociedad que reclama discreción y seriedad?
¿Se puede? ¿Se puede? ¿Por qué coño tengo que luchar contra mi personalidad? ¿Por qué coño tengo que dejar de ser yo misma? ¡Cállate, tía, cállate!

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viernes, 2 de febrero de 2007

El billete que no usé

Ayer, cuando llegué a la estación de tren a las 12:46 del mediodía, me hice la misma pregunta de todos los meses que no tengo abono: ¿sencillo o ida y vuelta? ¿Por qué hacerse esa pregunta tan estúpida cuando sabes que normalmente siempre tienes que volver? Muy simple: soy extremadamente imprevisible, así que siempre sé cuando salgo, pero nunca sé cuando voy a regresar. Como la mayoría de las veces que me hago propósitos acabo fallando, pulsé la opción de ida y vuelta y volví a equivocarme. Y ahí está, riéndose en mi monedero, ese billete que nunca usé para volver y que no me han querido cambiar en la estación.
Ayer, a las 13:40 del mediodía, pisaba el suelo de mi facultad para entregar unos documentos y contemplaba, con descarado asombro y desmedida alegría, como por primera vez conseguía arrancar una sonrisa de la, hasta entonces rancia, responsable del departamento de relaciones internacionales.
A las 13:55 conseguía colarme en la librería (a punto de cerrar) de la calle Mayor y comprarle a P un libro como regalo de cumpleaños adelantado, La conjura de los necios.
A las 13:56 me escandalizaba al ver lo horrible que era el papel de regalo en el que pedí me lo envolvieran.
A las 13:58 ya estaba maldiciendo el momento en que había decidido ponerme botas de tacón para ir a Alcalá.
A las 14:08, cuando por fin llegué a casa de P me acordé de A y sonreí al recordar que el día que fuimos a cenar paella allí hace meses también maldije los zapatos que me había puesto.
A las 14:13 ya estaba llamando a casa para decir que no me esperasen a comer.
A las 14:25 nos peleabamos porque nadie quería partir la cebolla de la ensalada de P.
A las 14:28 cedía y me reprochaba a mí misma no cocinar más a menudo -he de confesar que me costó horrores decidir como cortar la cebolla-.
A las 15:00 nos sentábamos a comer y empezaba la pesadilla para P porque C y yo empezamos a hablar como cotorras (sobre todo la que escribe que ayer estaba pesada como nunca)
A las 16:30 ya habíamos puesto al mundo en su sitio y envíamos a P a comprar güisqui y licor de hierbas.
A las 17:23 C y P decidieron no volver a la biblioteca ese día ni siquiera para recoger los apuntes que habían abandonado por la mañana.Empezamos a ver fotos.
A las 18:13 decidí quitarme las botas que me estaban matando y nos acurrucamos todo entre mantas y alcohol.
A las 19:10 C decidió cambiar sus planes con I e invitarle a unirse a la "fiesta" en vez de al cine como habian planeado. P decidió cambiar sus planes con C (the second) y R invitándoles a unirse a la fiesta. Yo decidí que estaba demasiado borracha como para estar a las 21:00 en Madrid con mi amiga V.
A las 19:35 debatíamos sobre altruismo y egoismo en el ser humano.
A las 20:05 I entraba por la puerta y C nos la presentaba.
A las 20:18 el ambiente era muy multicultural y se hablaba Spanglish en la sala.
A las 20:24 le dije a P que me iba a los chinos. Habíamos acabado la primera botella de güisqui.
A las 20:36 el chino me dijo "Gracias, señora" tras pagarle los 21.30 € correspondientes a: una botella de J&B, una de litro de coca cola light y otra normal, una bolsa de hielos, una de patatas yorkeso (me moría por coger las Lays campesinas, pero dejan mal aliento), un revuelto de no sé qué que me pidió P a cambio de perdonarme por haberle llamado calzonazos y cuatro chupa chups de fresa (uno para cada uno)
A las 20:41 llamé a mi casa para decir que esa noche no íria a dormir.
A las 21:00 entraron en casa C (the second) y R. Me agrado verles después de tanto tiempo, incluso aunque no hablen. Me costó de nuevo recordar el nombre de R (no le pega nada ese nombre, lo juro) y me sentí ligeramente ridicula por llevar unos caletines de ovejas verdes debajo de las medias. Una pérdida de glamour total.
A las 21:12 ya me había vuelto a unir a la conversación femenina. Hablamos de historia oriental en inglés y me C e I me miraron raro cuando dije que me gustan algunos japos. Aseguraron que tienen la polla pequeña, aunque hicimos una pequeña encuesta y nadie en la sala lo sabía con exactitud.
A las 21:25 el alcohol estaba en su fase álgida y empecé a sacar fotos hasta al cenicero.
A las 21:42 no me pude contener más y llamé a A a Italia. Le echo mucho de menos. Joder, emborracharse y llamadas internacionales son dos conceptos unidos en mi vida.
A las 22:05 C nos presionó para irnos de bares (la gente no moña de la casa no comprendía nada) C (the second) y R abandonan el barco.
Llegamos al bar a las 22:25. I me estuvo contando que hace en España y yo dejé de beber. No tengo muy claro cuánto tiempo pasó.
A las 24:00 sólo quedábamos C, P y yo. C y yo hablábamos de cosas trascendentales y C casi se pone a llorar. Se marea, P se la lleva fuera y me dice que le pida otro cubata. Decido pedir White Label.
A las 24:03, mientras estoy en la barra, un hombre de edad incierta se dirige a mí. Le contesto con normalidad como haría con cualquiera de edad cierta.
A las 24:07 C y P no aparecen, los hielos se derriten y el hombre de edad incierta me presenta a su amigo de edad cierta porque me la dijo (44). Este último en su carta de presentación afirma ser marxista y nihilista.
A las 24:15 ya estoy totalmente enfrascada en una disputa político-histórica.
A las 24:27 entran P y C. Les doy el cubata. Dicen que vamos a ver a A a Génova para el 19 de marzo. "No tengo dinero, lo siento". "Yo te pago el billete", dice P. Me rio.
A las 24:36 levanto el dedo corazón de la mano derecha al hombre estúpido tras soportar que me llame progre, vaga, descerebrada y mil lindezas de persona borracha y amargada.
A las 24:43 quiero llorar porque sólo me pasan cosas raras en las que encima acabo perdiendo los estribos. P le sugiere al hombre que es un fracasado y el hombre dice que los jóvenes actuales somos unos incultos y que él trabaja para el Ministerio del Interio. "¿Dónde?" pregunto, "soy funcionario de prisiones y gano 250.000 pesetas al mes". Nos reímos. Pensaba que diría 2.000.000.
A las 01:23 C está cabreadísima porque el pavo es misógino y machista. Le manda a la mierda y le dice que si tuviera mujer de verdad estaría follándosela y no haciendo el capullo por bares de dios. También dice algo del Imperio Otomano, de Felipe II y de una fecha. A P le da por hablar de Keynes.
A no sé que hora decido que me quiero ir a Madrid. Me acompañan al autobús. Me quiero cortar los pies. A C le da miedo que vaya en ese autobús, lo dice tantas veces que me termina acojonando. Nos vamos los tres otra vez a casa de P.
No sé cuánto tiempo pasó luego. Creo que discutimos o discutieron. Yo sentada en el sillón, me acordaba de J y de la fiesta en que nos enrrollamos y pasamos la noche viendo libros de arte.
A las 03:00 nos metimos en una cama pequeña C y yo. Mucho frío. Hablamos hasta las 05:00. Se oye a P roncando a los lejos.
Sólo oigo los ronquidos de P y a C respirar dormida. Odio mi insomnio.
A las 10:15 suena la alarma de C. Me cago en la puta. Los ojos me arden, he dormido con las lentillas puestas y hace 24 horas que las llevo. Tengo la cara negra porque he llorado durmiendo y el rimel que se me olvidó quitarme se me ha corrido. Me acojono, espero no haber manchado la almohada.
A las 10:45 llaman a C al móvil, número privado, casi cuelgo. Su profe de tesis. Había quedado con él a esa hora, lo posponen para el lunes. Tenemos resaca.
A las 11:15 estamos los tres otra vez en amor y compañía tomando el café que ha hecho P y los donuts que ha comprado. Me parto de risa, esto empieza a parecer el Gran Hermano.
A las 12:05 nos ponemos a mirar unas Playboys que tiene P. Le gusta coleccionar números de cada país al que viaja. Me enfado conmigo misma porque se me olvidó traerle una de Polonia. Hubiera sido un puntazo, aunque pensamos que a lo mejor con lo católicos que son, ni siquiera la editan.
A las 12:24 estamos los tres descojonados eligiendo la tía con las que nos enrrollaríamos en el caso de que C y yo fuésemos lesbianas. Sin duda los hombres tienen peor gusto que las mujeres. P nos lo demuestra.
A las 13:12 a P le da por querer cambiar muebles de su casa. A mí me chiflan esas cosas y empezamos con la reconstrucción.
A las 14:23 mi madre llama al móvil de C, que dónde estoy. Se me había olvidado dar señales de vida y encender el móvil. El tema recurrente de la mañana es J. Estoy pesadita.
A las 14:45 damos por concluida la obra del salón después de casi morir aplastados por una estantería llena de libros. Le decimos a P que se vaya a estudiar, que va a suspender. C promete llevarme a la estación si le acompaño a hacer un par de recados. Me matan los pies.
A las 15:01 entramos en la biblioteca de la facultad de Filología. Dice C que ayer les surgió algo y no pudieron recoger las cosas ¿Se lo habrán creído?
A las 15:09 entramos en el Mc Donald's para comprarle un menu Big Mac a P. C y yo queremos otro, porque es lo mejorcito para la resaca, pero nuestras madres nos esperan en casa intuimos que enfadadas y con comidas bastante inciertas. En ese momento me gustaría ser P y vivir sola para poder comerme ocho Big Macs.
A las 15:20 volvemos a casa de P, le digo que los cambios del salón son cojonudos por enésima vez, le damos su comida y le hacemos prometer que va a estudiar.
A las 15: 25 vamos C y yo en coche camino de la estación. Le digo que no me apetece encontrarme a nadie ni hablar más (estoy exhausta, coño). Ella dice que conociendo mi vida seguro que me pasa algo.
A las 15:35 el hombre de la ventanilla de Renfe no me quiere cambiar el billete que no usé ayer y me voy a sacar otro a la maquinita.
A las 15:44, sentada ya en el tren, saco mi libretita y empiezo a escribir ideas. Cinco minutos después, otro hombre, también de edad incierta se me apalanca media hora para decirme que le dé 20 o 30 céntimos para ir a Ávila, porque se han montado rápido y no tienen dinero para el billete, blablabla. No me lo creo en absoluto, pero recuerdo un día que no tenía dinero para el billete y le doy un euro. No sé porque lo hago. No sé si me da pena, si me recuerda que no tengo que desconfiar o si simplemente quiero que se calle de una vez.
A las 16:12 estoy pasando por los chinos de al lado de casa. Necesito Coca cola, otra vez. Compro. Mi madre me regaña por no comprar el pan y no avisar y blabla, pero en el fondo está descojonada y se nota que le hace mucha gracia lo incierta que soy en mi vida. Pierde credibilidad regañándome y yo sonrio. Dice que me va a pegar con la zapatilla.
A las 16:25 estamos comiendo una comida no mala -me esperaba lo peor- y bastante optimistas. Me doy cuenta de que, por cierto, huelo fatal.
Creo que mereció la pena dejar de usar ese billete.
Un beso a quien haya logrado tragarse este pestiño.

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