domingo, 7 de octubre de 2007

El 7 de octubre huele a Lufthansa


Hoy hace un año que volví de Cracovia. Me gustaría decir que hoy hace un año que volvimos de Cracovia, pero en ese mismo instante algo se rompió y el nosotros pasó a ser yo, incluso a pesar de mi estupefacción y dolor.


Ha sido un año duro. No ha pasado nada dramatico para hacer esta afirmación, pero ha sido el año de madurar a hostias y al fin y al cabo ¿hay algo más doloroso que madurar?. Ha sido un año de superar a mucha gente, de desechar amistades vacías, de dejar de confiar en muchas personas a base de lágrimas. Ha sido el año de los fracasos sentimentales, de los fracasos laborales, de los fracasos en sí mismos.


Ha sido el año del callo. El año de subirme a unos tacones y pintarme una sonrisa en la cara, el año de alcanzar el estado de dureza y frialdad en el que me encuentro ahora.


El siete de septiembre del año pasado celebraba mi vuelta con Cris, Pablo, Alice, Roberto e Hilda. Cenamos paella y bebimos algo de vino. Yo era feliz, me valía un pantalón de la talla 40 y tenía muchos amigos y proyectos. Hoy, un año después, he abandonado casi todos esos proyectos y he dejado de creer en las falsas amistades. Ha dolido, pero creo que es lo mejor que he hecho en mi vida.


Pronto volveré a estar con mis tres amigas en Venecia, con las de verdad, con las de antes, con las de ahora y con las de siempre.