martes, 10 de abril de 2007

Plac Inwalidów


El tranvía 14 a su paso por Plac Inwalidów.
Yo era muy feliz en mi parque. Mi parque estaba en Cracovia, no muy lejos de mi casa. No era el más bonito de la ciudad, ni el más antiguo, ni siquiera el mejor cuidado. Supongo que precisamente por eso me gustaba tanto mi parque; bueno, por eso y porque era nuestro, el del barrio. El parque polaco por excelencia que de repente, un gris día de junio, se vio invadido por unos españoles algo impertinentes. Era el parque que recorría todos los días varias veces: para coger el tranvía, para ir a comprar, para ir a trabajar... Mi momento preferido era a la caída de la tarde, cuando volvía del trabajo llena de planes e ilusión y un sol titiritero inundaba mis sentidos transportándome sin reparos a mi Madriz con zeta.

Era el parque en cuyo lago los polacos, poco acostumbrados al calor, se atrevían a bañarse aunque estuviera prohibido y el agua tuviese un color tan incierto como repugnante. El mismo en el que nos pilló un policía bebiendo cerveza barata y dejó escapar de sus labios aquel mecánico "Don’t drink here" que tanta risa nos provocó. Aquél al que Marcos iba a estudiar polaco y yo corriendo a molestarle en cuanto me enteraba; en el que creí morir de vergüenza mientras lo atravesaba, rosa roja en mano, el día que Laura me pidió que le hiciera el favor de comprarla para su novio porque a ella no le daba tiempo. El parque en el que Pavel me contó con espíritu compungido lo celosa que era su novia; el mismo Pavel que tiempo después y ante mi mirada cargada de contrariedad decidió, por ese motivo, no volverme a ver. Donde descubrí que carecía de masa muscular en los brazos mientras luchaba por atravesarlo con las muletas y la ayuda de Edu. El sitio en el que un hombre de edad incierta se acercó a espetarme unas palabras cargadas de odio que no supe entender y en el que posteriormente entendí mi primera frase en polaco, a la que no supe responder. El parque que sosegó mi llanto cuando el día 5 de agosto nos quedamos más solos que la una y corrí a refugiarme entre sus sombras. El parque en el que Edu malo saltaba de alegría justo antes de regresar a Madriz y en el que yo me quedé sin lágrimas; donde me encontré con Neil el día que nos diríamos adiós para siempre. El parque que atravesamos Hilda y yo el día que los dioses decidieron descargar todo el agua del mundo sobre nosotras y desde el que vi por última vez alejarse el taxi que me separaba de Alex y Aga. El que tantas broncas me proporcionaba cuando alguien se enteraba que lo atravesaba sola en mitad de la noche.

El parque de Plac Inwalidów, ese sitio que me ha visto triste, alegre, dormida, cabreada, borracha, nostálgica, sola, dubitativa, enamorada, feliz, rara, cansada, ilusionada y sobre todo más Diana que nunca.


Feliz martes.


P.D. Lo más positivo es que ya he encontrado su sustituto en Madriz, pero eso ya es otra historia.

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4 Comments:

Blogger A.J.River said...

También es el parque que yo atravesé a oscuras más de una vez para ir a visitaros, y el parque que atravesamos todos juntos para ir al centro la misma noche que nos conocimos todos...

12:39 a. m.  
Blogger Saoirse said...

Qué mala soy, Anchonio, que no os he sacado a relucir por ningún sitio...pero con tanta gente se hubiera hecho un post insufrible, no te creas que se me ha olvidado :)

Besos desde Madriz.

12:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estimada amiga, lamento comunicarte que, leyendo tus extraños relatos, he decidido erigirme para tu desgracia en tu psicoanalista de cabecera, y mi primer diagnóstico es que sufres de estrés postraumático provocado por un exceso de melancolía derivado de tu proceso de madurez. Afortunadamente no es grave, y lo hemos cogido a tiempo.
El tratamiento es simple: repetirte cada 8 horas que aquel tiempo pasó, que ahora estás aquí y no allí, y que hay que seguir adelante. Dentro de poco tendrás hijos, o en su defecto hipoteca (u otras obligaciones financieras a las que hacer frente) que te harán mejorar al sustituir unos problemas por otros (como mola hacerse mayor, eh?).
Así que, espabila Favila.

8:15 a. m.  
Blogger Saoirse said...

Jajaja, no esperaba menos de ti Daviz (con zeta) esas palabras sólo pueden salir de:

- un jefe
- un padre

Y tú cumples los dos requisitos :)

Un abrazo.

P.D. ¿Para cuándo tu Pulitzer?

3:45 p. m.  

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