martes, 27 de marzo de 2007

Me pareció ver un lindo gatito

Lola-Minnie-Minúscula-Mínima expresión- Tigri II- de todos los santos entre mis manos el pasado lunes; aún no había abierto los ojitos.
Mis primos pequeños en un ataque de originalidad infantil la llamaron Minnie, pero mi madre la llama minúscula o mínima expresión. Yo en secreto la llamo Lola y a mi hermana a veces se le escapa un Tigri de los labios, aunque en seguida rectifica y se arrepiente. Lo que está claro es que esta gatita va a acabar con personalidad múltiple si sigue atendiendo a tantos nombres.
La Tigri era mi gatita. Se murió hace casi dos años, después de haber pasado diecisiete perreando (o gateando, mejor dicho) por casa Diani (o sea, mi casa, bueno, la casa de mis padres). Me la llevé de un bar cuando tenía siete años, fue un premio por buenas notas. Ese curso, 2º de E.G.B, lo pasé casi entero en el hospital sin ir a clase víctima de alergias extremas, pensaban que tendría que repetir y mi madre -creyendo que sería cierto y cediendo ante mi pesadez- me prometió un animalito si sacaba buenas notas. Creo que ese fue mi primer y único éxito conocido, escribía con tanto cuidado que fui la segunda niña de la clase a la que se la permitió pasar del lápiz al boligrafo (todo un logro, creedme, hubo quien no lo consiguió hasta dos años después). Hoy me pregunto en que momento mi magnifica caligrafia dio paso a lo que hoy es mi letra.
La Tigri, igual que esta gatita, también fue víctima de un ataque de escasa originalidad infantil, la mía. Me empeñé en que se llamase Tigresa (manda huevos...) y mi madre decidió enmendar el daño moral que pudiera sufrir la gata en el futuro mutándo ese nombre en Tigri.Hace unos años un médico decidió que teníamos que echarla de casa porque mis bronquios se estaban estirando y encogiendo como el Kilométrico Boomer, me dijo muchas barbaridades y salí llorando de la consulta. Aquel día descubrí dos cosas:
- Los médicos no conocen la palabra pedagogía (y les guardo bastante rencor por ello).
- Nadie quería quedarse con mi gata-tigre.
Se quedó en casa hasta el final de sus días, aunque tenía territorios vedados y yo dejé de tocarla.Se murió en la playa, un día de finales de Agosto de mucho calor, sonaba en la radio No quedan días de verano, de Amaral.Fue un verano triste en muchos aspectos.
El domingo pasado no pude contener las lágrimas cuando me levanté y vi a Lola-Minnie-Minúscula-Mínima expresión-Tigri II de todos los santos en el salón de mi casa. Algún desaprensivo la había abandonado en un contenedor de plásticos y mis padres han decidido amamantarla hasta que sepa valerse por sí misma. Se va de casa en unos días. Le puse un peluche (el que me regalaron Pao e Hilda cuando me operaron de anginas) en la caja para que no se sintiera sola, así que cree que su madre es un cerdo de mentira. Mi madre le mete bolsas de agua calentitas para que crea que es calor animal y le damos biberones de leche con nata. También hay que estimularle para que haga pipí y popó. Creo que esto es lo más cercano a un bebe que he tenido cerca en mi vida. Está feliz y el miércoles pasado ya abrió los ojos. Yo no quiero que se vaya, pero confieso que no quiero que se quede. Me ahogo.
Me siento muy orgullosa de los padres que tengo.

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